viernes, 23 de septiembre de 2016

EL SENDERO ESPIRITUAL DE LOS RR + CC




+ El SENDERO ESPIRITUAL de los CABALLEROS y DAMAS +
+ del ÁGUILA y el PELICANO +



        Puesto que el objeto y la razón de ser de la iniciación es recorrer el Sendero que conduce a la realización espiritual, es conveniente que los Caballeros y las Damas hagan de dicha realización el objeto último y constante de sus esfuerzos.

         Por lo tanto, habida cuenta de las necesidades de la vida en el mundo, ellos deberán –en la medida de lo posible– orientar sus pensamientos y sus actividades hacia la vida del Espíritu y someterse a las observancias necesarias para lograr su objetivo.

Dichas observancias son de dos clases:
1.    Purificación preliminar de las actividades mentales y corporales en vista de obtener una tierra de elección para las actividades espirituales.
2.    Entrenamiento y Maestría de los pensamientos en vista de dirigirlos y mantenerlos orientados exclusivamente hacia los dominios del Espíritu tanto como sea posible con el correspondiente despertar de los centros psíquicos y espirituales.
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          La purificación preliminar comprende la práctica de las virtudes cristianas llevadas tan lejos como sea posible con un examen cotidiano de las actividades corporales y mentales; la eliminación, tan perfecta como sea posible, de toda traza de egoísmo y de todo deseo del yo. Practicar la caridad, la comprensión y el amor al prójimo en el sentido que lo entiende la Iglesia de Cristo y observar, tan perfectamente como sea posible, los ritos religiosos.

           El método de Entrenamiento y Maestría de la Mente de los Caballeros y Damas del Águila y el Pelícano, comprende las observancias siguientes:

+ Recitación mental diaria del Rosario de Heredom, (en principio tres Rosarios cada día). + En caso de imposibilidad, dos de dichos Rosarios pueden ser reemplazados por dos himnos "Veni Creator" completos.

           En ningún caso, dicha recitación debe hacerse en forma maquinal sino que debe ser acompañada de una atención sostenida sobre las palabras pronunciadas, principalmente en lo que concierne a los tres llamados "mens-pectora-cordis", recordando que es sobre estos tres centros que, luego de la admisión en el Capítulo, es llamada a descender más especialmente la Influencia Espiritual (como Fuego, para purificar los pensamientos; como Soplo para elevar los espíritus; como Luz, fuente de amor y caridad).

             En el curso de estas Recitaciones, habrá que vigilar activamente que ningún pensamiento extraño venga a turbar la atención. Esta Recitación debe ser, al mismo tiempo, una perfecta concentración de pensamiento y también una encantación al Espíritu para poner en actividad a los tres centros antedichos. Esta atención sostenida, difícil al comienzo, deberá devenir connatural a la persona por repetición y acostumbramiento. Para ayudar a este efecto, deberán someterse, tanto como sea posible, a realizar estas Recitaciones siempre a las mismas horas, las cuales serán elegidas según las posibilidades. En principio, son indicados tres momentos del día como más apropiados: la mañana, a la hora de levantarse, el mediodía y la noche, antes o después de la cena. Uno solo de estos momentos aparece de forma casi imperativa y es el mediodía. Si en ese momento, la vida cotidiana no deja ninguna posibilidad para una Recitación de algunos minutos conviene, sin embargo, detener aunque sea por unos segundos la oleada de pensamientos con el fin de elevar un llamado y una invocación al Espíritu, aunque sea muy corto. Esta observancia, que será quizás la más difícil, debe ser estrictamente observada.

              Estos tres "llamados" cotidianos no son excluyentes de otros llamados y otros recursos al Espíritu durante el día. En principio, todo instante en el cual la mente puede liberarse de los pensamientos profanos y ordinarios debe ser empleado con este fin. La Recitación, tan incesante como sea posible, del himno "Veni Creator" o del Rosario de Heredom los cuales, tanto el uno como el otro, se refieren a dichos tres centros es altamente recomendable. El Caballero o la Dama que se aplique advertirá rápidamente que, por un desdoblamiento del principio pensante, una parte de la mente continúa con la Recitación ya comenzada mientras que la otra parte, la más inferior, vaga entre las ocupaciones de la vida profana. Esta es una forma y una posibilidad de oración perpetua que es habitualmente practicada por la Iglesia de Oriente.

               Además de estos tres "llamados" diarios, el Caballero o la Dama deberán, preferentemente de mañana o en su defecto a la noche, reservar un cuarto de hora al menos para la Meditación. Para realizar esta práctica, deberán esforzarse por encontrar un lugar tranquilo, siempre el mismo de ser posible, donde puedan aislarse de todo ruido y toda presencia. Se sentarán sobre una silla, ni muy cómoda ni muy confortable, o sobre un tapiz reservado a tal efecto, sobre el suelo, a la oriental, en una postura de reposo absoluto, todos los músculos distendidos, la columna vertical recta, sin rigidez ni fatiga, las manos reposando sobre las rodillas, la respiración calma y rítmica, la mente apaciguada, vacía de toda pasión y de todo pensamiento profano y terrestre, tendido únicamente hacia el mundo espiritual, los ojos semi-cerrados y suavemente dirigidos como mirando al interior de la frente, esforzándose por escrutar, sin tensión excesiva y lo más profunda y lo más intensamente que puedan, las verdades reveladas por el Espíritu.

              La práctica de la Meditación y sobre todo de la Concentración del Espíritu en un objeto único demanda, sobre todo al principio, un entrenamiento severo y repetido. Todo pensamiento distinto al objeto elegido debe ser rechazado despiadadamente. Además, para comenzar a meditar sobre un objeto determinado, es necesario elegir uno que sea habitual para el tono de pensamiento del practicante y connatural para su espíritu.

                Cuando aparece un pensamiento distinto al elegido para meditar, se lo debe descartar sin tensión excesiva y retomar el hilo de la Meditación en el punto donde fue cortado o si es necesario, volver al principio. Se deberá recomenzar, tantas veces como sea necesario, sin brusquedades ni golpes, guardando la más perfecta calma. Se debe considerar a la mente como un corcel que debe ser domado más por la dulzura que por la violencia. Por lo tanto, habrá que recomenzar veinte veces sobre el mismo objeto de ser necesario. Al principio, si el corcel se muestra muy duro de boca, se le podrá aflojar la rienda por algún tiempo dejándolo vagabundear a su antojo, esforzándose solamente en dirigir, tan claramente como sea posible, cómo se realiza en él la asociación de ideas, el pasaje de un objeto al otro: luego de repetir este ejercicio durante algún tiempo, se corregirá a sí mismo, avergonzado de sus propios desvíos; poco a poco, se dejará conducir al Sendero correcto. Nunca hay que desanimarse por un fracaso y menos desesperarse: se deberá recomenzar tantas veces como sea necesario. El Caballero y la Dama deberán domar su cabalgadura, hacerla obediente antes de comenzar la Conquista del Santo Grial.

                Como es fácil de constatar, en el hombre ordinario, el pensamiento está íntimamente ligado a la respiración, al soplo. Por esta razón, el ritmo respiratorio tiene una importancia muy grande en la Meditación. A la respiración brusca, oprimida y arrítmica le corresponde un pensamiento vagabundo. El ritmo y la marcha armoniosa de la respiración se regulan fácilmente por algunos ejercicios simples repetidos reiteradamente.

                La Recitación del "Veni Creator" presenta la ventaja de regular, casi por sí misma, esta cuestión, sea recitando cada verso sobre una respiración normal completa (aspiración y expiración), sea, por el contrario, regulando cada verso sobre dos respiraciones profundas completas (1er. verso aspiración, 2do. verso expiración, 3er. verso aspiración, 4to. verso expiración). Algunos ejercicios diarios conducirán rápidamente al ritmo necesario el cual, una vez adquirido, se tomará de sí mismo sin necesidad de control.

              Dos ritmos especiales en tres tiempos: aspiración, detención, expiración; o: aspiración, expiración, detención, pueden ser fácilmente obtenidos también sobre el himno "O lux beatissima" , pero estos ritmos, utilizados en Oriente para la obtención de ciertos "poderes" de pensamiento, no deben ser considerados por los Caballeros y las Damas para estos propósitos subalternos pues su único objetivo es obtener la realización espiritual y consecuentemente eliminar los obstáculos que pudieran detenerlos en el Sendero.

              Esta regulación del soplo sobre el ritmo de una Recitación puramente espiritual permite evitar, en la medida de lo posible, el siempre peligroso pasaje a través del mundo intermediario y los poderes psíquicos. Además, del hecho de la relación natural y normal existente entre el número de latidos del corazón y el número de respiraciones, el organismo entero participa del ritmo del Espíritu y los tres "centros" interesados (mens-pectora-cordis) se abren en común resonancia.

               Sobre todo al comienzo, los principales objetos de Meditación serán elegidos preferentemente entre los textos indicados en los Rituales e Instrucciones que se refieren casi todos a la Sabiduría y que se encontraban destinados también al trabajo de los Capítulos de los Soberanos Príncipes Rosa+Cruz de Heredom de Kilwinning. Sin embargo, muchos otros pasajes de la Sagrada Escritura pueden empleados. También aquí la ventaja de las Sagradas Escrituras es evitar detenerse en el pasaje por los dominios psíquicos e intermediarios.

              Presentándose bajo una forma particular, se podrá meditar igualmente con provecho sobre ciertos símbolos y emblemas iconográficos o herméticos propios de la Orden Real. Así, para las Meditaciones y Concentraciones pueden ser utilizados el Águila, el Pelícano, la Copa Verde de los Ágapes, la Cruz templaria de gules con la Rosa blanca en su centro, el Cuadro del Grado con la Torre del Castillo de Heredom en su centro, la Estrella Flamígera, etc.

              Posteriormente, deberán sobre todo meditar sobre el sentido metafísico oculto de ciertos pasajes de las Sagradas Escrituras tales como, por ejemplo, de una parte, los tres pasajes donde se habla de las relaciones del Espíritu Santo con la Madre, la Virgen Santa y Primordial: a) En el Génesis, cuando en la primer mañana el Espíritu, como Soplo, volaba sobre las aguas; b) En los Evangelios, en la Anunciación, cuando el Espíritu, como en tanto que Fuente de Caridad y de Luz Divina que fue a iluminar a la Madre Santa; c) En Pentecostés, cuando el Espíritu, como Fuego, descendió sobre el Cenáculo donde, siguiendo una antigua tradición, se posa primero sobre la Madre para, desde allí, en doce "lenguas", despertar a los Apóstoles infundiéndoles toda Ciencia pues "El Espíritu del Señor colma toda la tierra" y como sostiene todas las cosas, Él las conoce a todas por sus voces y esas "voces" son como sus nombres "secretos" y verdaderos.

               Por otra parte, sobre los pasajes del Génesis relativos a la formación del Hombre, a su rol y a sus prerrogativas. Este Hombre, no brillando solamente como el resto de la Creación, en la vibración del "Fiat Lux", sino modelado, "formado" por la propia mano de Dios a su "Imagen", animado por su Soplo. Es a este "Soplo" revestido de una forma, ese Soplo que es, de este modo, la Personalidad íntima y verdadera del Adán Primordial a quien Jehovah le confiere la misión de "colmar toda la Tierra", de gobernar el Universo o de darles el "nombre" a todas los seres. Cristo, el Nuevo Adán, debía venir a recordar esta misión y la Voz en el Jordán lo proclama a toda la Tierra.

                En este punto, la Meditación y la Concentración deben ser llevadas a un punto tal que, siguiendo la expresión ya consagrada, cuando todas las puertas de los sentidos están cerradas y toda sensación corporal abolida, solo el Espíritu permanece vigilante y fijo sobre su objeto único, sin movimiento, ensimismado en su Contemplación.

               Llegado a este punto, el Caballero o la Dama podrán, entonces, tentar la prueba verdadera, la entrada en la Luz... Tendido hacia su Sí Mismo, que ahora conoce, hacia su real y única personalidad, puede hacer que el Soplo que lo anima se refleje y se una al Soplo animador.

               Puede ser que, unidos todo su deseo y toda su voluntad, rígidos y acerados como una espada, deban traspasar en un último esfuerzo la delgada pero dura barrera que aún los separa: la barrera de la ilusión del yo y el no-yo. También puede ser que conozca lo que algunos han llamado el "rapto" del espíritu por el Espíritu, esa brusca aspiración que lo arranca de sí mismo para lanzarlo a la Luz, aspiración que Dante Alighieri ha descripto tan exactamente en el Canto XXII de su Paraíso y que lo hace dudar un instante. Si verdaderamente se trata de Caballeros y Damas del Águila y el Pelícano, no dudarán pues el primer objetivo se encuentra allí, la primera entrada en la Victoria Eterna, el primer gran paso hacia la Liberación...

Nota Bene: El Rosario de Heredom que, faltando el Rosario especial, puede recitarse con uno común, se compone de 36 granos (3 gruesos y 33 pequeños repartidos en tres docenas. Sobre los 3 granos gruesos, recitar el primer verso del "Veni Creator", sobre los 33 pequeños recitar 33 veces "O lux beatissima, reple cordis intima tuorum fidelium".

Tres Rosarios de 36 granos hacen un Rosario de 108 granos.

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Dado en la cima del Monte Heredom, el 30 de Noviembre de 6001 V:. L:. , Festividad de San Andrés.

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